Como tributo al centenario del traslado de los restos del poeta Gustavo Adolfo y del pintor Valeriano Bécquer desde Madrid a SevillaSevilla – Redacción – 11 NOV 2013
El Museo de Bellas Artes de Sevilla mostrará desde mediados de noviembre los cuatro retratos de la familia Bécquer que posee; será como tributo al centenario del traslado de los restos del poeta Gustavo Adolfo y del pintor Valeriano desde Madrid a Sevilla. Los restos de los hermanos Bécquer regresaron a la capital andaluza el 13 de abril de 1913. Varias conferencias y una velada poética completan el homenaje de la pinacoteca pública a los artistas románticos sevillanos.
Tres de los cuatro cuadros que se mostrarán en homenaje a los Bécquer proceden de la donación que realizó al museo en 1925 Julia Bécquer Coghan, hija de Valeriano Bécquer. Se trata de los retratos de sus abuelos José Domínguez Bécquer y Joaquina Bastida, pintados respectivamente por Antonio María Esquivel y por José Domínguez Bécquer. El tercero es el imponente retrato del ilustre poeta Gustavo Adolfo pintado por su hermano Valeriano.
El cuarto retrato representa a Julia Bécquer Coghan con cinco meses de edad y es la primera vez que se expone. Realizado por su padre, este retrato infantil ha sido recientemente identificado entre las piezas depositadas hace más de cuarenta años por el museo de Bellas Artes en otras instituciones, donde constaba como obra anónima de personaje desconocido. Estas actividades de tributo a los Bécquer han sido concebidas y coordinadas por Fernando Panea, conservador del museo.
De forma coincidente tendrán lugar sendas conferencias, impartida la primera por la especialista de la Universidad de Sevilla Marta Palenque sobre el traslado de los restos de los hermanos Bécquer, y la segunda a cargo de Fernando Panea sobre la deformación estética de la imagen de Gustavo Adolfo Bécquer. La celebración de este centenario se completa con una velada poética organizada por Pilar Alcalá, presidenta de la Asociación ‘Con los Bécquer en Sevilla’.
El apellido Bécquer representa a una de las sagas más emblemáticas del romanticismo sevillano y español. Fue iniciada por el pintor José Domínguez Insausti (Sevilla, 1805-1841), quien pronto cambió su apellido por el segundo de su padre, Bécquer. Desde joven trabajó junto a su primo, el también pintor Joaquín Domínguez Bécquer (Sevilla, 1817-1879), consolidando una de las vertientes de mayor personalidad del costumbrismo de la segunda mitad del siglo XIX. José fue el padre de dos de los artistas más significativos del romanticismo español, el pintor Valeriano y el gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Todos ellos escogieron el apellido por el que serían conocidos, modificando el orden de los que les correspondía por nacimiento.

«La chiquita piconera», de Julio Romero de Torres
Más de 30.000 personas visitan a Romero de Torres
La exposición ‘Julio Romero de Torres. Entre el mito y la tradición’ ha recibido 37.120 visitas hasta el pasado fin de semana, cuarenta días después de que fuese inaugurada, lo que ocurrió el pasado 25 de septiembre. La muestra, que podrá verse hasta el 12 de enero de 2014, la componen 28 obras de todas las etapas del artista cordobés y viene como consecuencia del acuerdo entre la Consejería de Educación, Cultura y Deporte y el Museo Carmen Thyssen de Málaga. La exhibición contiene obras emblemáticas, como ‘Poema de Córdoba’ –un retablo de siete cuadros– o ‘Fuensanta’, que ilustró los antiguos billetes de cien pesetas.
Comisariada por Lourdes Moreno, los 28 lienzos del maestro del simbolismo andaluz proceden de seis museos y de varias colecciones particulares. El Museo de Bellas Artes de Córdoba y la Colección Prasa, con seis cada uno, son los mayores prestadores de esta selección, que ha recibido también obras de otros seis museos o colecciones.
‘Julio Romero de Torres. Entre el mito y la tradición’ es una iniciativa del Museo Thyssen de Málaga, donde estuvo desde el 27 de abril hasta el 9 de septiembre, y abarca todas las etapas artísticas del creador cordobés así como todas sus temáticas: desde las influencias modernistas y prerrafaelistas hasta el concepto mítico femenino, pasando por obras de marcado carácter de denuncia social; lienzos luministas y realistas conviven en esta exhibición con símbolos, retratos, poemas, alegorías y con el erotismo y sensualidad femeninos.