En el extremo noroeste de León, en el límite con las comunidades de Galicia y Asturias, se localiza una de las zonas naturales más desconocidas de todo el continente europeo.
Su aislamiento geográfico y el amor al entorno que les alberga de sus habitantes han permitido que Los Ancares lleguen hasta nuestros días conservando una naturaleza plenamente virgen y unas costumbres que aún se mantienen ajenas a cualquier influencia exterior.
Su quebrado territorio está formado principalmente por los valles que conforman los ríos Burbia, Ancares y Cúa o Fornela. También pertenece a Los Ancares el pequeño y ya cantábrico valle de Balboa.
Si la naturaleza ha conservado la mayor parte de su esencia primitiva, en Los Ancares perviven aún las más tradicionales formas de vida de toda Castilla y León. El elemento más significado de toda la arquitectura popular de la zona lo constituye la palloza o casa de teito: constrtucción pétrea de origen celta, con forma circular o elíptica.

Palloza en Campo de Agua en los Ancares Leoneses / Destino León
Vegetación
Siguiendo un gradiente altitudinal de abajo hacia arriba, las primeras comunidades que aquí se desarrollan son formaciones tanto arbóreas como arbustivas principalmente de rebollo y en un muy reducido lugar se hallan las formaciones relictas de encina. Ascendiendo altitudinalmente y con exposición Norte aparecen los bosques de roble albar acompañados de arces, serbales, abedules, avellanos, mostajos, acebos. En exposiciones Sur se mezcla el roble albar con el rebollo. En el borde superior se desarrollan los abedulares. En las orillas de los ríos aparecen los bosques de galería donde dominan el aliso, el sauce… Todas estas formaciones de bosque caducifolio que antaño ocupaban gran parte del territorio, hoy presentan una muy reducida extensión, sustituidas por el dominio de los brezales. En el piso subalpino, la etapa clímax es un matorral bajo y denso formado por enebro rastrero y arándanos, alternando con las crestas, los pastizales psicroxerófilos, cervunales y turberas.
Fauna
La fauna que puebla esta zona se caracteriza por la presencia de especies de gran valor. Desde el punto de vista cualitativo hay que destacar dos taxones: el oso pardo y el urogallo cantábrico, junto con otra especie endémica de la Cordillera Cantábrica, la liebre de piornal. Existen también en la zona otras especies de interés como el águila real, el águila culebrera, el halcón peregrino, el alimoche, el pico mediano o la perdiz pardilla, en las aves. Entre los mamíferos cabe citar el lobo, la nutria y el desmán.

Sierra de Ancares en la provincia de León
Geomorfología
La tectónica de bloques, junto al proceso de modelado configuran este espacio como un conjunto de elevadas y aplanadas superficies culminantes, con altitud entre 1.500 y 1.800 m., sobre las que sobresalen elevaciones que sobrepasan los 2.000 m. y en los que la acción del hielo han dado lugar a valles glaciares y a pequeños circos y lagunas glaciares.
Paisaje
Desde el paisaje abruptamente montañoso y escarpado de las zonas más altas, al ondulado y más humanizado de las más bajas, existe una zona montañosa más suave que integra a modo de transición a las dos zonas anteriores, resultando una cierta continuidad en la heterogeneidad del espacio.
Valores que justifican su declaración
Ejemplo de convergencia geográfica entre las influencias gallegas, cantábricas y leonesas, tanto desde una perspectiva paisajística como cultural, donde destacan las pallozas. Refugio de especies amenazadas gravemente en su supervivencia: el oso pardo y el urogallo.

Reserva de la Biosfera de los Ancares