Saliendo de León por la carretera de la Magdalena a los 21 kilómetros nos encontramos Campo Sagrado, antiguo Santuario, con interesante torre mudéjar, que custodia la imagen de la Virgen de Camposagrado.

El Santuario fue víctima en ocasiones de informalidades, como la acaecida en agosto de 1882, cuando «algunos carreteros de la Laciana, forzaron las puertas del templo, se apoderaron de las andas de la imagen principal, remedaron con ellas una procesión diabólica, y después de infinidad de blasfemias y profanaciones, apedrearon bárbaramente a la imagen de la Virgen y a las de varios santos» (La Época. 1882. Correo de provincias. Domingo, 20 de agosto de 1882: 3).

Los dos textos que aquí se citan constituyen una pequeña muestra de la abundante literatura existente, en la que conoceremos lo que otros decían de un lugar que podemos actualmente contemplar.

Que por todos Jesús alabado
ahora y siempre en el mundo lo sea
y en el Cielo mi alma te vea,
Virgen Santa de Campo Sagrado

Don César Morán

César Morán recorrió el terreno, interrogó a las gentes, observó las costumbres y recogió apuntes de las curiosidades que le surgían, regalándonos un relato que permitirá al lector viajar a través de las palabras a una época pretérita, a partir de las imágenes que sus textos proyectan.

«Camposagrado.- A orilla izquierda de la carretera se levanta la ermita de la Virgen de Camposagrado, cuya fiesta se celebra el 8 de Septiembre.

Un autor del siglo XVII (Álvarez Miranda, canónigo de León, Antigüedad de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Camposagrado) dice que el sitio en que está la santa casa «es ameno y apacible, cuanto puede decirse a la vista, con diversas fuentes y varios árboles, en una campiña llana, de algunas leguas en contorno, con una venta para comodidad de los viajeros». Allí está todavía la venta que aún no ha pasado de mesón; no llega a castillo, ni a hotel, ni a fonda, ni siquiera a casa de viajeros del siglo XX.

La ermita se levantó en memoria de una batalla que aquí se dio entre moros y cristianos al principio de la Reconquista, quizá la dio el mismo Pelayo poco después de la batalla de Covadonga. Hoy se conservan trece pozos que dicen son trincheras de los cristianos que allí prepararon una emboscada. Esos pozos se llaman de Colinas, comienzan dos kilómetros al Norte de Camposagrado y llegan a la cima del monte llamado Mala Muerte. Hasta se consigna que la batalla tuvo lugar el año 723 (véase Angel Ordás, La Virgen de Campo Sagrado, León, 1899) y que la ermita se levantó por orden de Pelayo.

La tradición de los pueblos comarcanos y de La Lomba y de Omaña consigna también clara y terminantemente esta batalla, haciendo intervenir en ella al apóstol Santiago, mejor dicho, al Señor Santiago, como le llaman por esta tierra.

Al pie de la ermita se ven unas ruinas de lo que fue hospital de peregrinos.

Al salir de este gran despoblado que se llama la Hoja de León se encuentra uno con la carretera de La Robla, que viene a ser una acometida al ferrocarril, para ponerse en comunicación con él este abandonado país en donde entramos.

El primer pueblo es Otero de las Dueñas, así llamado por un convento de monjas abandonado y derruido.

Su abadesa era condesa de Villalba de la Loma, señora de la villa de Zintol y de algunos vasallos en Viñayo. En 1725 se llamaba Doña Teresa Quixada Roxas y Quiñones. E l monasterio se titulaba de Nuestra Señora Santa María la Real y gozaba de extensa jurisdicción.

Otero parece ser patria de Pero Mato o Pedro Mato, que tiene una estatua en la catedral de Astorga (Cesáreo Fernández Duro, Memorias Históricas de la ciudad de Zamora, tomo 4, págs. 367 a 369).

Volvemos a ver los prados y arboledas que alegran la vista y comienzan las minas de carbón que se extienden hasta pasar de La Magdalena. Aquí se cruza nuestra carretera con otra que parte desde La Bañeza, sigue por las orillas del Órbigo y ahora se dirige por el valle de Luna y Babia. El cruce de estas dos carreteras y el empalme de la que va a La Robla, juntamente con las minas de carbón dan gran movimiento a este pueblecillo de La Magdalena, donde se ven pasar en menos de una hora diez automóviles, seis bicicletas y mucha gente a caballo y a pie. El pueblo tiene aspecto de riqueza y de bienestar que se advierte en las personas y en los edificios colocados en fila a lo largo de las carreteras y a las orillas del río Luna. Antiguamente en esta comarca se decía Magalena; hoy las reglas de la gramática se van conociendo y aplicando hasta en los más apartados rincones de la península».

Don Pedro Alba

Don Pedro Alba nos transmite la narración que don Antonio Fernández Álvarez y Miranda, Canónigo de la Iglesia de León, y Cofrade de la Cofradía, en su obra, fechada en 1653, «ANTIGVEDAD de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Campo Sagrado de las Montañas de León, Estatutos y loables Exercicios de sus Cofrades», realiza en torno a un legendario enfrentamiento entre las tropas de Don Pelayo y los invasores sarracenos, que se resolvió en favor de los primeros merced a la astucia de un capitán de los cristianos, de nombre Colinas Rodríguez.

Un bello relato donde la historia y la leyenda se conjugan hábilmente.

«Descripción que hace de él el Señor Miranda, Canónigo que fue de Oviedo e hijo de la Casa de Benllera.
Dice pues el expresado señor Miranda que cuando el obispo Urbano de Toledo se refugiaba a las Asturias huyendo de los moros, llevando consigo las reliquias de varios santos que se hallaban en Toledo, juntamente con algunas imágenes de mucha devoción que se veneraban en la misma, hizo noche en el sitio que ocupa la ermita de Campo Sagrado, y que tuvo allí revelación de que una de las imágenes que llevaba, que era de Maria Santísima había de venir a venerarse en aquel sitio. Siguió su viaje a Asturias en donde estuvo hasta la reconquista de D. Pelayo, al cual acompañó en sus marchas y expedición hasta Leon, pero antes de llegar a esta ciudad, que a la sazón estaba por los moros, tuvieron que acamparse en el mismo sitio de Campo Sagrado, en el cual habla pernoctado cuando caminaba para Asturias, para aconsejarse allí del mejor modo con que habían de tomar la ciudad. Enviaron dos de los suyos a Leon a proponer al moro que entregase la ciudad, lo cual oído por el jefe que la gobernaba, despidió con desprecio a los enviados y votó por el dios de Alá que había de castigar aquella osadía y vengar aquel ultraje.

Volvieron con esta noticia al campamento los capituladores y con ella hicieron entrar a los suyos en cuidado y este se aumentó luego que supieron que el caudillo árabe trataba de salirles al encuentro, En medio de la ansiedad que inspiraba situación tal, un capitán de los cristianos llamado Colinas propuso a D. Pelayo hacer una emboscada artificial en el mismo campo. Pidió al rey trescientos azadoneros, los cuales hicieron en el mismo campo grandes fosos en los cuales se pudiesen ocultar una multitud considerable de los más diestros guerreros que formasen la emboscada, y al paso que fuesen a pasar o dar en el campo los del moro saliesen sobre ellos de repente y no les diesen lugar a la defensa. Así dicen se verificó llamándose hasta hoy dichos fosos los Pozos de Colinas y fue tal el estrago que causaron al primer ímpetu en las filas enemigas, que dejaron el campo cubierto de cadáveres. Repusiéronse algún tanto los moros pero sobreviniendo otra multitud de cristianos que estaban mirados hacia Benllera, se trabó otra vez la batalla. Murieron tantos de una y otra parte, que siendo imposible dar sepultura a todos los cristianos determinó el rey juntamente con algunos obispos que le acompañaban, consagrar todo el campo que sirviese de cementerio, de que tomó el nombre de Campo Sagrado.

Inmediato a este sitio está un montecillo y valle que hasta hoy conserva el nombre de Valamuerte, que es lo mismo que decir valle de la muerte. Hasta hoy dicen los naturales se descubren por allí alfanjes, cuchillos y lanzas carcomidas. Con el tiempo se estableció allí el santuario, en el cual colocaron la imagen de que hemos hecho relación, que había sido traída de Toledo por el obispo Urbano y había sido venerada en una de las iglesias de aquella ciudad, y hoy lo es en este santuario. Algunos opinan que el nombre verdadero de este sitio es Campo Sangrado, pero un breve de Pio segundo expedido para la institución de una cofradía dice expresamente Campi Sacri, Campo Sagrado.»

El efecto de esta batalla fue, según Fernández Álvarez y Miranda, que don Pelayo tomó León.

Santuario de Nuestra Señora de Campo Sagrado

Interior del Santuario de Nuestra Señora de Campo Sagrado / Foto de asturiense.blogspot.com

Dícese que esta batalla se dio el día de la Natividad de la Virgen, siendo el principal fundamento de esta aseveración el celebrar dicha festividad en memoria de tan señalada victoria desde tiempo inmemorial.

Después de la toma de León, mandó don Pelayo que, en recuerdo de tan insigne victoria, se levantasen dos ermitas; una donde el Apóstol Santiago le inspiró la idea de avanzar contra los moros, y la otra en el sitio memorable en que fue deshecho el ejército musulmán por el valeroso Colinas, sitio que hoy es Campo Sagrado.

Don Antonio Viñayo, aludiendo a lo dicho por Fernández Álvarez y Miranda, nos recordaba cómo la tradición de Camposagrado comienza en una batalla contra los moros, acaudillados por Almanzor (1002) y los cristianos al mando de don Pelayo (718-737), haciendo referencia a una emboscada en el mismo lugar ideada por el capitán cristiano Colinas abriendo trece hoyos, etc.

Nos contaba don Antonio Viñayo, que Almanzor vivió y asoló los reinos cristianos dos siglos y medio más tarde, por lo menos, al reinado de don Pelayo —para Díez Monar, Almanzor era título genérico de todos los caudillos árabes que asolaron nuestras tierras, por lo que el líder árabe de la leyenda puede no referirse el gran guerrero de Al-Andalus, opinión que para el estudioso don Florentino-Agustín Díez, no es conocida que tenga o pueda tener visos de verdad—. En cuanto a los fosos, nos dice el Padre Viñayo que «son un monumento que nos habla con claridad de Camposagrado, pero se trata de unos túmulos erigidos, cuando menos, ochocientos o mil años antes de la mencionada batalla. Por otra parte, nada nos permite suponer que estos túmulos fueron utilizados, tiempo adelante, para otros fines».

Como observará el lector, la leyenda será cuestionada siempre por diferentes historiadores.

Sea como sea, lo cierto es que la leyenda y la historia enlazan con la situación que realmente se vivió, y gracias a que se oficializó la leyenda la historia no fue borrada de la memoria colectiva de las gentes, contribuyendo a que esta memoria haya viajado a través del tiempo. CIDECOT

Bibliografía

Alba, Pedro. 1855. Diseño de Geografía é Historia de la Provincia y Obispado de León, por el Presbítero Don Pedro Alba, Párroco de Voznuevo. León: Imprenta de la Viuda é Hijos de Miñon.

Díez, Florentino-Agustín. 1989. Leyendas de Camposagrado. Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial, Vol. 29, N,º 74, págs. 1-12.

Díez, José. 1951. Historia de Campo Sagrado. León: Imprenta Provincial.

Morán, César. 1925. Por Tierras de León (Historia, costumbres, monumentos, leyendas, filología y arte). Salamanca: Establecimiento Tipográfico de Calatrava a cargo de Manuel P. Criado.

Viñayo, Antonio. 1987. Camposagrado, su misterio y su mensaje. León: Ediciones Lancia, s.a.